Doce de marzo de dos mil diez, primera hora de la mañana
A Valladolid, mi ciudad…
Condenada, cual hereje camina solo hacia su cruel destino,
desamparada, pues ambos han visto como su padre se dirige por el camino, al
encuentro con la señora de rojo sobre fondo gris
Aún es invierno, la sombra del ciprés es alargada, pero deja
pasar un tímido rayo de luz que ilumina el Panteón de los Hombres Ilustres…
Nunca temida la muerte, llego el descanso, como aquel
producido al pasear por el parque de mi ciudad, su Campo Grande, desde el que
no dentro de mucho, volverá a observar como Castilla habla, de todos los
rincones que dejo sembrados este habitante del mundo de las letras desde que la
silla “e” quedase deshabitada, lugares para recordar, el otro futbol, viejas
historias de Castilla la Vieja, el mejor guión de la Seminci, un campus
universitario, un centro cultural y hasta una gran biblioteca…
Muerte del escritor, no de sus novelas, que sin recompensa,
siguen siendo leídas, continúa la historia que llega a su fin, por calles
angostas, como la ruta a seguir por Cipriano Salcedo, y sus acompañantes
literarios, quizá este Hereje fue un reclamo, de la lucha consigo mismo y el
mundo en que le toco vivir, trabajo mucho por sacar adelante grandes historias,
después premiadas, desde el Norte de Castilla, a la Real Academia, nunca olvidó
sus orígenes presentes entre sus temas, así como la caza, el campo y Castilla,
siempre Castilla…
Pero por encima de todo eso, estaba la ciudad del Pisuerga,
la que le vio nacer en 1920, y su equipo de futbol, el Real Valladolid, tantas
tardes en el viejo y nuevo estadio, que le llevaron a confesar que fue hincha
antes que aficionado…y fue en ese feudo, donde recibió uno de sus últimos
homenajes…
Nunca se olvido de quien fue, de quien era, de quién quería
ser después, es decir ahora…”yo no quiero ser recordado como una persona buena,
sino que intento hacer las cosas bien, sólo quiero que la gente sepa que merece
la pena la vida, pasar un rato en ella” y así hasta que finalizo con su gran
obra en la que hizo un pequeño gran resumen dedicado especialmente a lo que más
quería, y que en su inicio reflejo así…
A Valladolid, mi ciudad…
Jesús M.R., a la memoria del escritor, del paisano, del
vecino Miguel Delibes
En Valladolid a 12 de marzo de 2011
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