miércoles, 12 de marzo de 2014

A Valladolid, mi ciudad …Miguel Delibes

Doce de marzo de dos mil diez, primera hora de la mañana

A Valladolid, mi ciudad…

Condenada, cual hereje camina solo hacia su cruel destino, desamparada, pues ambos han visto como su padre se dirige por el camino, al encuentro con la señora de rojo sobre fondo gris

Pobres de aquellos, los santos inocentes, y de Carmen, que lloro cinco horas con Mario de cuerpo presente, de aquellos de Castilla, lo castellano, los castellanos, que vieron como el Nobel de las Letras nunca hizo intención de recalar por estas tierras, y dejo al maestro como El príncipe, destronado

Aún es invierno, la sombra del ciprés es alargada, pero deja pasar un tímido rayo de luz que ilumina el Panteón de los Hombres Ilustres…

Nunca temida la muerte, llego el descanso, como aquel producido al pasear por el parque de mi ciudad, su Campo Grande, desde el que no dentro de mucho, volverá a observar como Castilla habla, de todos los rincones que dejo sembrados este habitante del mundo de las letras desde que la silla “e” quedase deshabitada, lugares para recordar, el otro futbol, viejas historias de Castilla la Vieja, el mejor guión de la Seminci, un campus universitario, un centro cultural y hasta una gran biblioteca…


Muerte del escritor, no de sus novelas, que sin recompensa, siguen siendo leídas, continúa la historia que llega a su fin, por calles angostas, como la ruta a seguir por Cipriano Salcedo, y sus acompañantes literarios, quizá este Hereje fue un reclamo, de la lucha consigo mismo y el mundo en que le toco vivir, trabajo mucho por sacar adelante grandes historias, después premiadas, desde el Norte de Castilla, a la Real Academia, nunca olvidó sus orígenes presentes entre sus temas, así como la caza, el campo y Castilla, siempre Castilla…

Pero por encima de todo eso, estaba la ciudad del Pisuerga, la que le vio nacer en 1920, y su equipo de futbol, el Real Valladolid, tantas tardes en el viejo y nuevo estadio, que le llevaron a confesar que fue hincha antes que aficionado…y fue en ese feudo, donde recibió uno de sus últimos homenajes…



Nunca se olvido de quien fue, de quien era, de quién quería ser después, es decir ahora…”yo no quiero ser recordado como una persona buena, sino que intento hacer las cosas bien, sólo quiero que la gente sepa que merece la pena la vida, pasar un rato en ella” y así hasta que finalizo con su gran obra en la que hizo un pequeño gran resumen dedicado especialmente a lo que más quería, y que en su inicio reflejo así…

A Valladolid, mi ciudad…


Jesús M.R., a la memoria del escritor, del paisano, del vecino Miguel Delibes


En Valladolid a 12 de marzo de 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario