Supongo que hoy todos queremos contar que paso aquel 11 de marzo de
2004 bajo ese punto de vista que aporta nuestra experiencia personal para una
fecha tan señalada…
Recuerdo un reportaje de televisión del año 2002 en que Pilar López de
Ayala contaba en una entrevista, que en medio del rodaje de “Juana La Loca” les
interrumpieron y les dijeron lo que había sucedido en Nueva York “dijimos: ¡es
imposible! ¡el mundo se ha vuelto loco!” y prosiguió “nos quedamos
sorprendidos, porque te pones a pensar y yo lo tengo muy presente, imagínate
cuando pasen los años y nos pregunten ¿Qué hacías?
¿Dónde estabas cuando
sucedieron los atentados del 11-S?”
Dos años y medio después nos levantamos, y nuestro mundo se había dado
la vuelta bruscamente, alguien lo había puesto boca abajo de repente, y sin
venir a cuento, el terrorismo se coló en las vidas de todos nosotros, nos
zarandeó y nos dejo a merced de las decisiones políticas… pero hoy no es día
para mencionar a nadie que no lo merezca, han pasado 10 largos años de nuestra
historia, toda una década desde aquel instante en que el tiempo se detuvo, en
que nuestra pregunta fue ¿y ahora qué?
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…tan sólo 4 días antes, murió tiroteado mientras realizaba su trabajo
Ricardo Ortega en Puerto Príncipe (Haití), el reportero de Antena 3 que nos
conto junto a Matías Prats en directo el minuto a minuto desde que el primer
avión impactó en el World Trade Center, medio lustro atrás. El mundo del
periodismo, conmocionado, pidió desde diferentes televisiones, incluida la gran
rival Telecinco, que todos los reporteros en lugares con conflicto armado
volviesen a España, después de lo ocurrido con José Couso y Ricardo.
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Apenas habíamos despertado y así comenzaba la pesadilla. A medida que pasaban
las horas, las cifras aumentaban y dejó de brillar el sol, la esperanza viajaba
de hospital en hospital, y de tele en tele la noticia daba la vuelta al mundo. La
triste realidad ocupaba periódicos digitales, mientras esperaba ser impresa en papel,
para dar lugar a portadas, páginas e imágenes que marcaron un antes y un
después. Se podría decir que nos levantamos la mañana de un jueves
más, pero ya nada volvió a ser lo mismo...
Al día siguiente, con el cielo nublado, la gente deambulaba perdida en
su rutina diaria, con la vista puesta en las impactantes fotos que en primera
página presidian en hilera los quioscos, con la mirada perdida más allá de los
cristales por los que resbalaban las primeras gotas de lluvia, o sobre las
ventanas cuyo interior se cubría con grandes crespones negros impresos sobre
folios, …
Ya por la tarde decenas de manifestaciones y millones de manifestantes
invadieron las calles de ciudades y municipios, y Valladolid no fue una
excepción, sino un fiel espejo de lo que ocurría en el resto del país, con o
sin paraguas, a paso lento, en silencio o sin mayor sonido que el de los
aplausos, la cabecera saldría de la Plaza San Pablo por ser una de las mayores
del centro, http://www.valladolidantiguo.es/12-de-marzo-de-2004/
+mani+12+m+lopez+gomez.jpg)
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Casi cuatro meses después la vida me llevó a conocer El Pozo y a los
pocos días Atocha, lugares en que los altares improvisados dieron paso a unas
pantallas en las que ciudadanos anónimos dejaron su mensaje, al igual que lo
hice yo en esta última: “desde Valladolid, ánimo a esas familias”.
Consideré,
al igual que lo sigo haciendo, que ellas son las únicas afectadas, las que
perdieron a alguna de esas 192 personas, así como los heridos. El resto somos
sólo testigos del terror y nuestro posible dolor, al recordar, se queda en nada
al lado del suyo.
Dolor que vimos reflejado en la declaración, en diciembre de ese mismo
año, de Pilar Manjón, en representación de todos los afectados y del que os
dejo unas líneas:
“192 fallecidos, 1.500 heridos.
Una simple cifra para muchos de ustedes. Todo un mundo para nosotros. Espero
que entiendan lo que significa levantarse cada día con una pérdida vital.
Necesitamos el aliento de ellos, de los afectados, para caminar y estar en la
puerta de este Congreso, o aquí ante ustedes. Porque ustedes, señorías, en
esta comisión han discutido sobre quién habló, de qué y cuándo se informó. Han
hablado de circunstancias, de manejos, de manipulaciones, de desinformaciones,
de confidentes, de desconfianzas. Han
hablado de circunloquios y periferias. Han hablado, señorías, de ustedes.
Esencialmente de ustedes. Nosotros, nuestros familiares, no han estado en esta
casa, que se supone es la de todos, por eso queremos hacerles presentes hoy,
hoy por primera vez se hacen un hueco, mal que les pese a algunos de ustedes,
de ustedes que preferirían seguir utilizando
a las víctimas como arma arrojadiza y argumento para el desprestigio
ajeno, hoy hablaremos en nombre de personas de carne y hueso.”
Nosotros tenemos presentes estas palabras y estos hechos mientras que las
generaciones posteriores a la fecha que hoy recordamos e incluso aquellos que, por
su corta edad, ni siquiera fueron conscientes de ello han crecido en una
sociedad marcada por un pasado que, afortunadamente, gran parte de ellos no
vivieron, y que para nosotros fue un eterno presente…
¿Dónde estabas cuando sucedieron los atentados del 11-M?
Jesús M.R., a la memoria de las víctimas del terrorismo
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