sábado, 3 de diciembre de 2016

Chapecoense y París ¿tristeza y consternación sólo por unos pocos?

Hace un año y unos días, cuando tras los atentados de París Facebook habilito el filtro con la bandera francesa, surgió una polémica no sólo en ese momento sino que fue arrastrada durante meses. El tema en cuestión era plantear la moralidad que existe en esa vara de medir personal que llevaba a que ese atentado tuviese un papel de mayor importancia que en los ocurridos en otros países. Por mi parte quise dejar claro con "París, bandera de conflicto" que en nuestro país era lógico que cobrase mayor importancia por el mero hecho de la vecindad, puesto que la cercanía podía generar el temor a que algo así pudiese llegar de forma inminente y pasásemos de estar al lado, a estar dentro.
Pero hubo quienes no lo vieron así, y cada vez que acontecía un atentado en otros países recriminaban al resto, en un alarde de dignidad infinita, que ellos se entristecían, estremecían y quedaban consternados con todos los atentados, ocurriesen en el país que fuera, independientemente de su localización geográfica o posición económica.
Bien, pues, extrapolando esos sentimientos al reciente accidente aéreo en Colombia, se ha podido ver como ha pasado de ser un accidente aéreo más, a despertar un especial sentir, al menos por parte de los medios, que al fin y al cabo, son los que "informan" tanto como pueden... o quieren. No lo hemos tenido cerca, desde luego, y decir que ha sido un accidente aéreo más no es significado directo de desdén, la misma tristeza e incertidumbre nos ocupa que con otro cualquiera al igual que los atentados.
Pero resulta curioso que, en este caso, nadie da la cara por los otros dos tercios de fallecidos que no eran futbolistas. Cada vez que se habla del accidente de avión sólo se busca el morbo de los supervivientes o el dolor por los jugadores del Chapecoense ¿y el resto?
Resulta llamativo que esta vez no existan los reproches por que haya gente que ha decidido informar declinando la balanza por el mundo del fútbol en vez de por la vida, tanto como resultaba aquello que reclamaban los antes mencionados sobre morir en un atentado en un país u otro.
Qué triste morir junto a alguien mediáticamente algo destacado, ya sea por su procedencia o su dedicación profesional, porque a ellos sólo les quedará decir el título de una película "Nadie hablará de nosotro(a)s cuando hayamos muerto".
Jesús M.R.
Valladolid 3 de diciembre de 2016

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