Hoy, el número de la niña bonita, nos lleva en años atrás, a
una fecha señalada con otro número, que siempre estuvo asociado a la mala
suerte, ...la que enmendó el protagonista de esta historia, al dejar atrás
tiempos de desaliento…
Hace 15 años, tal día como hoy, un 13 de diciembre de 1999,
el titular indiscutible, en la portada del decano de la prensa diaria española,
no iba a ser otro, “El Duque de Lerma se inaugura 30 años después del inicio de
su edificación”. Compartía hoja primera con el bautizo de un nieto real de
padres de manos más o menos largas, un asesinato en Zamora, la victoria del
todavía Fórum, y un empate del Real Valladolid.
Aquel lunes, tras 2 años cubierto por los andamiajes, y otras
tres décadas de abandono, el que debería haber sido un hotel de lujo en la
Valladolid de los años setenta, quedaba inaugurado para el uso residencial en
su amplia mayoría. Sus números, además de los ya mencionados, nos hablan de 23
plantas, 120 viviendas, 2000 metros cuadrados de vestíbulo, 5 ascensores (2 de
ellos con vistas al Pisuerga) y lo más importante en todo edificio de este
tipo, sus 88 metros de altura, casi los mismos que el edificio Flatiron de
Nueva York entre la Quinta Avenida y Broadway, que le consolidaron como el más
alto de Castilla y León durante 40 años, hasta la llegada de La Rosaleda con
119 metros en Ponferrada (año 2009).
Escenario variopinto durante toda su historia, de hotel de
lujo, al abandono, refugio de maleantes, drogadictos, ocupas, pancarta de
notorios reclamos sociales (OTAN, aborto), tanteado para ser sede del
parlamento regional, convertido al uso residencial, y utilizado para
proyecciones, películas, documentales… además de estar perfectamente ubicado en
el eje de la Avenida de Burgos (norte), con la Avenida de Salamanca (sur), la
Avenida de Gijón (oeste) y el Puente Mayor (este), que lo hacen visible al
ciudadano, turista o viajero.
Hasta aquí un repaso sobre la vida de esta atalaya en medio
de la meseta castellana, pero… ¿Cuál es el contexto del comienzo de este
muestrario?
Se construye a finales de los 60, cuando ya han pasado
varios años desde la apertura de la Residencia Sanitaria en el Barrio de la
Rondilla (año 1953), que fue considerada como todo un rascacielos con sus once
plantas, para una ciudad, que acaba de recibir a Renault y que aún no había
echado a rodar en su industrialización más radical. Para entonces ya se habrán
levantado entre otros la “Torre de Valladolid” (año 1964) o las 3 torres del
complejo “Las Mercedes” (año 1964) a las que supera (50 y 70 metros). Nace
pues, en medio del fuerte desarrollo industrial, sin Plan General de Ordenación
Urbana, y en una época dorada para las construcciones verticales a orillas del
Pisuerga, pero sin duda alguna, va a poner punto y final al afán de superación
por rozar el cielo. Poco después llegarán el gran edificio (en volumen) Riosol,
con 15 plantas (año 1972) y el Hospital Clínico (año 1978). El tiempo
intermedio transcurrirá con construcciones a la baja, respecto a lo ya
mencionado. Tan sólo cabe destacar la torre del Museo de la Ciencia (año 2004).
Esta última, se crea con la pretensión de lograr un nuevo icono vertical en la
ciudad, pero de reducidas dimensiones (45 metros), en medio de un contexto con
un afán de protagonismo electoral del soterramiento que no podemos olvidar, con
más de una decena de proyectos, con propuestas para levantar rascacielos, uno o
varios, de hasta 40 pisos en torno a la nueva gran plaza, e incluso algunas tan
atrevidas que planteaban más de una decena de ellos perfectamente alineados.
Toda una cortina de humo, a sabiendas de lo dictado desde 1984 por el Plan
General de Ordenación Urbana.
Aun así, es precisamente la intervención ferroviaria, la
única capaz de atreverse a romper el techo intocable de Valladolid con una
torre de 32 plantas, en la actual Estación Gourmet, y otra de 29 sobre los
terrenos del Bus Stop; por el momento se trata de la última propuesta sobre un
plan con un futuro tan lejano como costoso. Para otras ciudades queda esa lucha
por ver quien llega más alto moldeando hormigón, acero y vidrio. Incluso
aquellas, como Sevilla, que estuvo años sin rascacielos para que ninguna
construcción le hiciese sombra a la Giralda, se encuentra a pocos meses para la
culminación de la Torre Cajasol.
A punto de finalizar, volvamos a casa, tenemos varias
preguntas pendientes, como ¿Por qué nadie se lanzó a construir más rascacielos a
finales de aquellos 70? ¿Por qué el PGOU no los contempla? ¿Porque nadie los ha
promovido en todo este tiempo? ...si hay algo que llama la atención, independientemente
de la crisis económica actual, es la travesía por el desierto, desde el abandono
de las obras del Edificio Duque de Lerma, que en pocos años cumplirá medio
siglo , y que nos lleva a estas dos últimas preguntas en busca de la verdad…
¿Qué paso entonces? ¿Quién convirtió este edificio en el
techo intocable de Valladolid?
Jesús M.R.
Valladolid 12+1 de diciembre de 2014
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